top of page

Intentaré seguir durmiendo


ree

Estaba cansada, de verdad, estaba cansada. Creo que ni saludé cuando vine. Es más, no me fije si había alguien cuando llegué. Estaba cansada. Muy cansada. Recuerdo que me solté el cabello y dejé caer mi casaca al suelo. Se cayó tan lento que podía hacerle una sesión de fotos. Me reía de mis ideas tan estúpidas. Me quité chalina tan suave y tranquila, que mis ojos se cerraban entre las dos vueltas que hice para sacármela. Desabroché el sostén y sentí como mi pecho regresaba a su estado más sereno. Caí en la cama. Me sentí viva al solo toque de mi sábana. Felizmente estaba con vestido. Sin esos jeans ajustados ni nada. Solo mi cuerpo y yo. 


No recuerdo si soñé algo o qué pasó entre esas horas. No sentí ni un ruido ni sonido. Ni una risa ni un grito. Dudé si era mi casa al sentir tanta tranquilidad. 


Me desperté e intenté no mover nada. Iba a leer algo en ese momento, pero no recuerdo qué libro estaba por terminar o por empezar. Es que así pasa, no puedo estar con un solo libro. Hay varios en mi armario, en mi cajón, por mi cama y el por sofá. Decidí preparar algo caliente y sentarme a escuchar un poco de música con un periódico de por ahí, ya no importaba si era pasado. 


Me quedé dormida en el mueble y aparecí de nuevo en la cama. Estaba tan cansada que no sentí cómo me llevaron hasta la cama. Las amanecidas deben ser un logro. 


Desperté y ya no había nadie. En realidad, no sentí las horas pasar. Solo dormía. Se sentía tan bien que no entiendo cómo la gente no solo duerme. Deberían crear trabajos que sólo conlleven dormir, pero nunca veríamos cómo se dilatan las pupilas o cómo caen unas lágrimas de felicidad o tristeza, aunque en realidad no debería importar el motivo. Llorar debería estar en nuestra agenda. 


Ya me sentía rara al no ver a mi familia. Sé que trabajan y estudian, pero ya no quería dormir. Sentía una necesidad por verlos. Decidí quedarme despierta hasta que llegasen. Esa se pintaba como la mejor idea. A las 6 p. m., pondría agua a hervir y así podríamos tomar té. 


A las 5:50 p. m., ya estaba ansiosa por poner el agua a hervir. Intenté pararme del mueble hacia la cocina.  Intenté acercarme hasta la puerta, paso a paso, para poder abrir, pero caí al suelo. Intenté pararme pero al voltear el rostro y pasarlo por el suelo, vi la puerta de mi cuarto casi abierta y me pareció ver que se había caído algo. 


Me paré y caminé hacia mi habitación. Miré hacia mi cama y había alguien. No entendía quién era. ¿Mi hermana? Ya eran las 6 p. m. y obvio, ya desde las 4 p. m. debería estar en casa después de su trabajo en el almacén de ropa, pero ¿era ella?


Me acerqué para darle un beso en la frente. Su cabello era corto. Casi igual al mío y ya estaba pensando cómo fastidiarla por querer parecerse a mí. Intenté hacerle cosquillas. No lo logré. Logré algo peor, algo que quizá nunca debió pasar. Me vi. 


No era mi hermana. No era un nuevo corte de cabello. No. Era yo. Era yo y estaba ahí durmiendo. No entendía. Dije que era una pesadilla. Era eso. Era evidente. Era una pesadilla. Me había quedado dormida y seguía durmiendo. Por eso, no me dolió el golpe, por eso no pude acercarme a la puerta. Por eso, no pude ver bien la hora y creía que era de madrugada. Por eso no sentía a mí familia. Eso. Estaba en una pesadilla. Eso. Eso. Eso pensé. Del miedo, retrocedí. Uno, dos, tres pasos y me senté en el piso mirando mi cuerpo dormir. Pensaba en qué momento acabaría esta pesadilla, pero todo había estado consumado desde que yo me eché a esa cama y no me había dado cuenta. 


Todo ya estaba hecho. Yo había decidido dormir para siempre. 


Me toqué el cabello, los ojos, los labios. Mis labios estaban todos húmedos por un líquido mocoso y blanco saliendo de mi boca que cambió a un color entre morado, azul o verde. Ya no lo sé.


Y me di cuenta que ya no solo dormía. 


¿Por qué? ¿Por qué lo hice? ¿Por qué? 


Quise buscar la razón. Busqué entre mis cosas, mi diario, mis hojas, mis cuadernos, las cartas, las ropas. No encontraba nada y solo podía llorar y sentir poco a poco esa sensación mucosa producto de las pastillas disolviéndose y estaba yo, ahí, muriendo. Y buscando el porqué. 


Me senté mirándome. Sonó la puerta. Alguien había llegado por fin. No quería que me vieran. Bajé la mirada al suelo. Sentía cómo caían las lágrimas de este cuerpo que ya no controlaba. Y escuché los gritos. No supe quién era. Si era papá, si era mamá, si eran mis hermanas o mi hermano. No sé quién era. No quise ver, pero creo haber sentido su abrazo descontrolado y gritando mi nombre hasta que alguna parte de ese inmóvil cuerpo lo escuchara. 



Te escucho. Te juro que escucho ese grito todo el tiempo. Y me duele. Te juro que intento repasar lo que hice ese día. Pero no puedo. No puedo y no quiero, porque tengo miedo. 


Perdón, pero, creo que solo intentaré seguir durmiendo. 

Comentarios


Publicar: Blog2_Post

Formulario de suscripción

¡Gracias por tu mensaje!

©2020 por Los lentes de Patts. Creada con Wix.com

bottom of page