Yo me perdí
- Patricia Rodriguez Lecaros
- 7 mar 2021
- 2 Min. de lectura
Hace un año, me enfrenté a un escenario que no quería aceptar. Desde hace un año, estoy aprendiendo a valorar mi vulnerabilidad.

Se podría decir que simplemente dejé de hablar. Se podría decir que perdí el contacto con mi familia, con mis amigos, con gente del trabajo y de la universidad, pero, en realidad, no solo dejé de hablarle a todos ellos, sino también dejé de hablarme a mí misma. No entendía porqué. Y, en su lugar, porque el silencio parecía ser un mito, entraron a mi cabeza pensamientos que no eran míos. No me daba cuenta que esta sombra, monstruo, y todos esos nombres que le han dado a la depresión, había entrado a mi vida.
No es algo que estuvo siempre. La depresión es un trastorno que tomó lugar en mi vida, sin avisar, sin pedirle que viniera. Solo estaba ahí e hizo que perdiera sentido, inclusive en el espacio en el que me sentía a salvo: yo misma.
Yo me perdí.
Me perdí a tal punto que no podía leer, escribir, pintar, cantar, tocar alguna cuerda de mi guitarra o un lápiz para cualquier garabato. Me perdí a tal punto que no podía levantarme de la cama o mirar a alguien a los ojos. Me perdí a tal punto que solo quería desaparecer. A tal punto que lo más valiente que sentí que podía hacer era solo irme y no ser una carga para alguien más. En mi cabeza, todos los escenarios eran desastrozos y el único camino que podía ver era el suicidio.
Yo me perdí.
Me perdí porque no era totalmente yo. Mirando atrás, hace un año, parece como si no hubiera pasado. Es por eso que escribo todo esto, porque no es algo ficticio, algo que invento o estoy creando de la nada. Muchas personas de mi familia y amigos no saben de todo esto porque decidí tenerlo en secreto. Me avergonzaba que, teniéndolo todo, me sintiera tan miserable; porque sentía que era cruel de mi parte que viendo todo a mi alrededor, yo solo quería desaparecer. Me avergonzaba de algo que no tenía control y, lo peor de todo, es que pensé que daría pena. Pero no.
Yo no decidí perderme a mí misma. Yo no decidí enfermarme de depresión, así como no decidí tener gripe hace un mes. Una persona no lo decide, porque, como muchas cosas en la vida solo pasan.





Comentarios